La bailarina María Estela Martínez, más conocida como Isabel Perón o “Isabelita” llegó a ser la primera presidenta mujer de la Argentina. Sin embargo, a pesar de haber integrado la fórmula junto con Juan Domingo Perón, y de haber sobrevivido a la cárcel y el exilio, su figura fue olvidada y enterrada en la memoria popular. No sin razón: su gobierno fue la antesala del terrorismo de Estado implementado por la dictadura cívico-militar que la sacó del sillón de Rivadavia el 24 de marzo de 1976. Y su mandato fue un capítulo nefasto de la historia argentina porque junto a Isabel cobró ascenso la figura del también nefasto José López Rega y la Triple A. Vale recordar que durante la presidencia de María Estela Martínez se elaboró el decreto que indicaba "aniquilar el accionar de elementos subversivos" que dio origen a la persecución y asesinato de militantes políticos.

Con imágenes de archivo nunca antes vistas, y las voces de amigos, funcionarios de su gobierno, políticos, abogados, vecinos, médicos, videntes, artistas y diferentes protagonistas de su historia entre Argentina y España, el escritor y cineasta Julián Troksberg realizó el documental Una casa sin cortinas, que enfoca más en el personaje que en la figura pública de Isabel Perón. Troksberg nació a fines de 1975, durante la presidencia de Isabelita. Su padre, peronista, fue desaparecido once meses después, bajo la dictadura que la destituyó y la encarceló. "Sin embargo, para mi mamá la figura de Isabelita resumía todo lo malo que vendría con la dictadura militar, porque era Isabelita la que había abierto el agujero que se tragaría la fantasía revolucionaria y la vida familiar", confiesa el cineasta que estrenará Una casa sin cortinas este viernes a las 19 en el Museo Larreta, en el marco del Bafici y también en la plataforma virtual del festival.

Casi treinta testimonios van tejiendo la estructura del documental: Nilda Garré, que caratula esa etapa como un período negro de la historia. También hablan Juan Manuel Abal Medina (padre); el apoderado legal de la expresidenta, Juan Gabriel Labaké, quien asegura que Isabel "no entendía la política"; el periodista Esteban Peicovich, Oraldo Britos, Juan Carlos Dante Gullo y muchos otros que tratan de armar el rompecabezas de un personaje que siempre guardó silencio bajo un manto de oscuridad. Otras entrevistadas son la actriz Haydée Padilla, que conoció a Isabel cuando compartieron clases de baile entre los años 50 y 60, la dirigente Eva Gatica y la artista Marcia Schvartz que la analiza a través de sus pinturas políticas de la época.

"Mi viejo es desaparecido político. Con lo cual, crecí en una casa donde la política estaba ahí dando vueltas y la sensación es que para mi vieja Isabel sería como meter los dedos en el enchufe", comenta Troksberg en diálogo con Página/12. Lo dice porque Isabel "era un personaje oscurísimo y era el principio del fin". El realizador comenta que a su mamá "todavía se le eriza la piel con el ‘Rodrigazo’ y la represión empezó a ser feroz con Isabel". Por todo eso, Isabel "era una figura terrorífica de la política en el recuerdo infantil”. “Y me acuerdo que en los 80 Isabel era una figura que volvía de España, no se sabía si iba a ser candidata, si era un personaje de la política o no. Y después se empezó a diluir. Recuerdo ir al colegio y caminar por las cuadras de Villa Crespo, Palermo y encontrar pintadas sobre Isabel. Eso fue un disparador para la película. Y también, como era un personaje del cual mucho no se hablaba, vuelvo a eso de la infancia”, señala Troksberg.

Para el director, Isabel fue un "personaje bastante terrorífico de entrada", "A la vez, tiene cosas que me llamaban la atención: es la primera presidenta argentina. Estados Unidos recién ahora tiene una vicepresidenta. Y Argentina tuvo una vicepresidenta a principios de los 70, y después presidenta. Por más desastrosa que haya sido su presidencia, me llamaba la atención que nadie la defendiera en público. No hay un 'isabelismo'. Nadie hablaba de ella y eso me llamaba la atención. De la Rúa fue un desastre y me acuerdo de entrevistar a gente que todavía lo defiende. Con Isabel no encontraba a nadie", completa Troksberg.

-¿Imaginó que había menos personas que las muestra el documental que no iban a cuestionar el rol que tuvo en la política?

-Cuando empezamos el documental fue una cosa medio arqueológica y empezó a aparecer gente que la defendía, cosa que para mí era una sorpresa. En la película, hay entre 25 y 30 entrevistados, y yo debo haber contactado alrededor de cien personas. Estuve un año siguiendo a algunos y finalmente me dieron testimonio y agradezco a la gente que aceptó aparecer en cámara. Pero muchos dirigentes me daban vueltas. No es que me decían: "Che, de Isabel no voy a hablar". Ese malestar que genera que nadie terminara de animarse a hablar también me llamaba la atención. Me sorprendió que algunas personas tuvieran ganas de hablar en cámara. Y parte de eso fue la película.

-¿La idea fue también indagar en la incomodidad que genera el personaje?

-Sí, totalmente. En el proceso de edición, que fue largo, lo discutimos mucho con el montajista: no era ni una película en la que yo iba a atacar abiertamente a Isabel ni a defenderla. Mi idea era escuchar qué tenían los personajes para decir. Obviamente tengo una opinión sobre Isabel y la presidencia y algunos personajes que están en la película dicen probablemente lo que yo creo, pero también me daba bastante morbo escuchar a personajes que decían cosas -para mí increíbles- en defensa de Isabel. En algún punto, fue ir a un lugar que yo no conocía: de personajes con los que yo no estoy de acuerdo políticamente pero que me parecían interesantes de escuchar.

-¿Se planteó cómo hacer una película crítica de alguien cuyo gobierno fue, de algún modo, la antesala de la dictadura tras el penoso decreto que firmó, entre otros, Carlos Ruckauf (que testimonia en el documental) y la figura en ascenso de López Rega con la Triple A?

-Eso era de base. Soy crítico del gobierno de Isabel. Mi idea era tratar de ir un poco más allá, un poco más al personaje. La película tuvo un proceso largo. Empecé mirando la presidencia y terminé mirando más el personaje. De la presidencia, yo ya sabía lo que pensaba y lo mala que había sido. Me interesaba más tratar de mirar otras cosas que eran una incógnita. Cuando empecé a escribir el proyecto, pensé que es un personaje en tres etapas. La primera etapa es oscura: era bailarina y hay mitos. La segunda parte es que salió a la luz pública y la tercera es que volvió a la oscuridad. La parte de la luz pública es la que todos más conocemos de ella y terminó siendo la que menos me interesaba porque era donde yo tenía más claro el personaje ya que para el país fue desastroso. Pero qué pasó antes y después era lo que a mí me llamaba la atención. O sea, qué la llevó ahí y qué la llevó después de eso a evaporarse en la historia.

* Una casa sin cortinas se exhibirá este viernes a las 19 en el Museo Larreta (Juramento 2291) y el lunes 22 a las 18 en el Cine Gaumont (Rivadavia 1635). Y a partir del 19 de marzo, y por 72 horas, estará disponible en vivamoscultura.buenosaires.gob.ar